En el marco de la Fiesta del Libro de Medellín que acaba de finalizar, recibí una invitación a conversar con el periodista y escritor argentino Andrés Oppenheimer sobre su libro más reciente “Cómo Salir del Pozo”. Esta invitación, que hoy agradezco, me planteó dos retos iniciales: por un lado, mi escepticismo natural hacia la “literatura de la felicidad” y por otro, la dificultad que conlleva entrevistar a un gran entrevistador, alguien que todos los días conversa con importantes personalidades que moldean nuestra realidad, que incide en la opinión pública y es una voz relevante de nuestra época.
Lo primero, leer el libro. Y en este proceso entendí que es posible medir y aprender de la felicidad. ¡Cómo Salir del Pozo!, plantea como hilo conductor una idea desafiante. El PIB es una medida indispensable pero insuficiente para describir la satisfacción y el bienestar de una sociedad. En otras palabras, una persona sin los ingresos necesarios no puede ser feliz, pero tampoco es más feliz quien más tiene; además, la felicidad no se trata únicamente de los ingresos. La demostración de esta hipótesis es rigurosa, apoyada en datos y entrevistas que la soportan.
Oppenheimer propone 9 ingredientes adicionales para la receta de la felicidad, basándose en ejemplos de lo que pasa en el mundo, con personas, empresas y gobiernos que se han dado a la tarea de identificar aquello que puede incidir en una mejor satisfacción con la vida.
Nos cuenta la fórmula de Finlandia, país en el que las personas se enfocan más en hacer cosas que las hacen felices, que en parecerle exitosos a los demás; también el caso de Bután, nación que aporta elementos culturales a la discusión y que nos recuerda la importancia de tener un propósito. Gran Bretaña, por su parte, pese a ocupar el puesto 20 en los rankings, ha tenido avances significativos luego de tomar la decisión de hacer 4 preguntas a sus habitantes alrededor de su satisfacción de vida. Tener datos disponibles les ha permitido rediseñar y focalizar las políticas públicas de bienestar en las comunidades que más lo necesitan. Lo que no se mide, no existe.
En América Latina, pese a que somos sociedades consideradas alegres, las encuestas sobre el pasado y el futuro nos muestran como los más pesimistas del mundo. Según el Latinobarómetro, solo el 19% de los latinoamericanos piensa que su país está avanzando. Esa visión pesimista de la realidad, paraliza a nuestros países.
La propuesta del autor es a acortar nuestro camino hacia la felicidad aprendiendo de la experiencia de otras regiones del mundo: tener más curiosidad y visión periférica, y entender que el bienestar debe ser un tema principal en la agenda.
Andrés Oppenheimer, escritor y periodista reconocido por su credibilidad, pone este tema sobre la mesa y nos incomoda con su invitación a redefinir lo que culturalmente entendemos como éxito: ¿qué es una vida feliz?, ¿estamos realmente viviendo?
Necesitamos más políticas públicas que hagan de las ciudades entornos propicios para el bienestar, lideres empresariales que superen la falsa dualidad entre productividad y felicidad y seres humanos más empoderados de su propio bienestar.
Ciudadanos más felices, y tomadores de decisión que se preocupen por el nivel de satisfacción de las personas, se traduce en sociedades más innovadoras, creativas, productivas y con mayor sentido de pertenencia. Entender que la felicidad es un asunto serio, es una obligación inaplazable.
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